01 junio 2008

HIJOS DEL SOL, de Máximo Gorki

Una produccción de ELKAFKA ESPACIO TEATRAL

Preestrenos: 23 y 24 de mayo de 2008 a las 21hs- Entrada General: $ 13.-

Estreno: 28 de mayo de 2008

Funciones: Miércoles, Viernes y Sábados a las 21hs

Entrada General: $30.- Descuentos para estudiantes, docentes y jubilados: $20.-

HIJOS DEL SOL

de Máximo Gorki
Dramaturgia: Rubén Szuchmacher









con: Irina Alonso, Karina Antonelli, Fernando Arluna, Nicolás Balcone, Pablo Caramelo, Francisco Civit, Federico Costa, Rubén Dellarossa, Emilse Díaz, Ana Fouroulis, Andrea Jaet, Paul Mauch, Federico Ponce, Daniel Ridolfi, Javier Rodríguez, Roberto Sabatto, María Zambelli.
Diseño sonoro: Barbara Togander
Diseño de iluminación: Gonzalo Córdova
Diseño de escenografía y vestuario: Jorge Ferrari

Peinados: Alejandro Granado
Asistente de escenografía y vestuario: Lía Espiro
Asistentes de dirección: Mabel Crescente, Pablo Quiroga
Diseño gráfico: Mariana Rovito

Operador técnico: Juan Carzoglio
Fotografía de escena: Magdalena Viggiani
Coordinación de producción: Paula Travnik, Gabriel Cabrera
Prensa: Elkafka espacio teatral
Dramaturgia y dirección: Rubén Szuchmacher

Este espectáculo cuenta con el auspicio de

y de










Acerca de la puesta en escena de Hijos del Sol
La puesta en escena de Hijos del Sol, una adaptación que realicé del texto homónimo de Máximo Gorki intenta transitar por la compleja trama que proponen los grandes relatos del siglo XX.
Por otra parte, la propuesta de dirección está en directa relación con un sistema de producción dentro de los teatros así llamados independientes.
Las grandes dificultades en la realización de obras con muchos personajes, a causa de las dificultades horarias o económicas, ha empobrecido la escena independiente al punto de que no hay en la extensa cartelera porteña títulos con demasiados personajes.
Entonces, la propuesta de hacer Hijos del Sol, no sólo obedece a cuestiones estéticas, en relación a indagar algunas cuestiones no saldadas del realismo, sino a cuestiones de política teatral. Hacemos Gorki para demostrar, hoy en Buenos Aires, que el teatro independiente también puede ser capaz de poner en escena semejantes textos que no son sólo patrimonio de la escena oficial.
Queremos rescatar de los pioneros del teatro independiente la idea de la magnitud, hoy perdida en los pequeños espacios. Y a través de ella, intentar un cambio en los creadores, para que se permitan trabajar con muchas personas, en el camino de crear elencos estables para la realización de un vasto repertorio.

Rubén Szuchmacher
Director




Maximo Gorki
Máximo Gorki, seudónimo de Alexéi Maximóvich Peshkov nació en Nijni-Novgorod, Rusia en 1868. Novelista y dramaturgo, maestro del realismo y considerado una de las personalidades más relevantes de la cultura y de la literatura de su país. Hijo de un tapicero, desde muy pequeño se desempeñó en oficios variados hasta que decidió abandonar el hogar paterno para llevar una vida independiente y entonces trabajó como empleado de pintor, ayudante de panadero, camarero de barco, empleado de ferrocarriles y vendedor de bebidas. Sus vivencias y las de las personas con quienes trabajó y convivió dieron vida a los relatos de sus obras autobiográficas Infancia, Entre los hombres y Mis entrevistas. Una de sus experiencias, su permanencia como pasante de abogado, despertó su gusto por la literatura y su interés por la cultura. En adelante, la lectura fue su principal actividad y más tarde dio vida a sus primeras narraciones: Makar-Tchudra (1892) o Tchelkach (1895). La obra de Máximo Gorki creció rápidamente. Su persona era cada vez más popular, sus cuentos agradaban al público y su fama trascendió las fronteras para llevar su nombre por toda Europa. Entonces, también sus producciones teatrales Pequeños burgueses y Los bajos fondos alcanzaron el éxito. Fueron llevadas a escena en 1902 en el Teatro de Artes de Moscú y más tarde recorrieron los mejores escenarios de Europa. Estas obras de teatro emplearon innovadoramente técnicas naturalistas estructurando una serie de tramas paralelas en las que prácticamente todos los personajes tenían la misma importancia. En San Petersburgo estableció contacto con destacados marxistas que le motivaron a volver la vista hacia los problemas sociales. También en su obra plasmó su simpatía con estos ideales como lo muestran sus dramas: El canto del petrel, Los veraneantes, Los hijos del sol, Los enemigos o Los bárbaros. La censura, no obstante recayó sobre algunos de ellos. Fue nombrado miembro honorario de la Academia Imperial de Ciencias, pero en 1902 le fue anulado el puesto a causa de divergencias políticas. Sin embargo Máximo Gorki no estaba dispuesto a ceder en sus ideales y siguió apoyando a la Revolución, lo que lo llevó a la cárcel. En 1907 se mudó a Capri y en ese lugar escribió su obra más popular, La madre en la cual relata la evolución del pensamiento de la madre de un obrero socialista así como el entorno de la Rusia pre-revolucionaria. Al estallar la Revolución Rusa en 1917, él se encontraba en su país y trabajó activamente en el ámbito cultural hasta 1921 cuando se trasladó a Alemania donde permaneció tres años. Después estuvo en Sorrento y en 1928 regresó a Rusia donde empezó la etapa de su obra en que sustentó el régimen soviético. Máximo Gorki murió en Moscú, el 14 de junio de 1936.


Distribución de roles:










Pablo Caramelo / Pavel Fiódorovich Protásov
Irina Alonso / Liza, su hermana
Karina Antonelli / Elena Nicoláievna, su esposa
Francisco Civit / Dmitri Serguiéievich Vagin
Javier Rodríguez / Boris Nikoláievich Chepurnoi
Andrea Jaet / Melania, su hermana
Rubén Dellarossa-Eduardo Peralta / Nazar Avdiéievich
Nicolás Balcone / Misha, su hijo
Paul Mauch / Iégor, herrero
Emilse Díaz / Avdotia, su esposa
Roberto Sabatto / Iácov Troschin
Ana Fouroulis / Antónovna, nana
María Zambelli / Fima, criada
Emilse Díaz / Lusha, criada
Federico Ponce / Román, casero
Daniel Ridolfi / Hombre del pueblo 1
Fernando Arluna / Hombre del pueblo 2
Federico Costa / Hombre del pueblo 3




Actrices y Actores

Irina Alonso (Liza)
Se formó en teatro con Ricardo Bartis, Raúl Serrano y Rubén Szuchmacher; danza con Roxana Grinstein y Guadalupe Cejas; técnica vocal con Livia Koppmann. Entre sus trabajos actorales más recientes se destacan Play, de Samuel Beckett, dirección de Irina Alonso, Javier Rodríguez y Julieta Aure; Ifigenia en Aulide, de Eurípides, Lo que pasó cuando Nora dejó a su marido, de Elfriede Jelinek, ambas en el Teatro General San Martín, El Siglo de Oro del Peronismo, de Calderón de la Barca y dramaturgia de Marcelo Bertuccio y Rubén Szuchmacher, en Elkafka espacio teatral; Las Troyanas, de Jean Paul Sartre, en el teatro Coliseo, todas con dirección de Rubén Szuchmacher. Además actuó en Enseguida anochece, del Grupo Santacompaña. Recientemente actuó en televisión con dirección de Rubén Szuchmacher y Diego Lublinsky en Comunidad Organizada, en el Ciclo Doscientos Años, Canal 7. Trabajó en cine. Desde hace tiempo brinda clases de actuación en distintos ámbitos públicos y privados.




Karina Antonelli (Elena)
Actriz y cantante. Se formó en música con María del Carmen Aguilar y Alicia Allerand, en teatro con Cristina Moreira, Rubén Szuchmacher y Ricardo Bartis. Actuó en el Teatro General San Martín en Ifigenia en Áulide, de Eurípides, con dirección de Rubén Szuchmacher; La venganza de Don Mendo, de Pedro Muñoz Seca, con dirección de Villanueva Cosse; El señor Puntila y su criado Matti, de Bertolt Brecht, con dirección de Claudio Hochmann; Martin Fierro, de José Hernández, con dirección de Claudio Gallardou con quien también realizó Arlequino y Fausto. Otros trabajos fueron Aria da Capo, de Edna Millay, con dirección de Cristina Moreira y Las Troyanas, de Jean Paul Sartre,con dirección de Rubén Szuchmacher. Realizó LALÁ…canciones, espectáculo de su autoría dirigido por M.Subiotto. Actúa en La más fuerte, de August Strindberg y compone su próximo espectáculo. Es docente de técnica vocal.




Fernando Arluna (Hombre de pueblo 2)
Se formó actoralmente con Liliana Cappagli, Alejandro Casagrande, María Onetto, técnica vocal con Laura Pron y actualmente asiste al taller de entrenamiento actoral con Rubén Szuchmacher y Pablo Caramelo en Elkafka Espacio Teatral. Participó como actor en las siguientes obras: Babilonia, de Armando Discépolo, con dirección de Liliana Cappagli; Sector ciegos, de y dirección Liliana Cappagli; Decir sí, de Griselda Gambaro, con dirección Pablo Prieto; Bebeto, de Alejandro Urdapilleta, con dirección de Alejandro Casagrande; Un festejo hipócrita, de y dirección de Marcelo Ferrante.





Nicolás Balcone (Misha)
Nacido en la ciudad de La Plata, se formó junto a Rubén Szuchmacher, Ricardo Bartís y Febe Chaves. Como actor participó en Muerte de un viajante, de Arthur Miller con dirección de Ruben Szuchmacher; Don Quijote, con dirección Nina Rapp; Juegos de perversión y locura, con dramaturgia y dirección de Leandro Romero; Duendhadas, Mundo Ilusión y Aquí sonrisas, con dramaturgia y dirección de Viviana Poltrone Chavez; Médico a palos, de Molière con dirección de Leo Ringer.






Pablo Caramelo (Pavel)
Se formó en teatro con Miguel Guerberof, luego con Rubén Szuchmacher, Patricia Gilmour y Ricardo Bartís, técnica vocal con Livia Koppman, formación musical con Carmen Baliero y Tai Chi Chuan, con Ariel Barchilón. Sus trabajos en teatro más recientes: Breve teología para locos y aún (song), de y dirigidas por Luis González Bruno, El Joven Jorge, de y dirigida por Marcelo Bertuccio. Bajo la dirección de Rubén Szuchmacher participó en Galileo Galilei, de Bertolt Brecht; Lo que pasó cuando Nora dejó a su marido, de Elfriede Jelinek; Enrique IV, de Luiggi Pirandello, todas en el Teatro General San Martín; Extinción, de Iñigo Ramirez de Haro; La Biblioteca de Babel, sobre el cuento de J.L. Borges; El siglo de oro del peronismo, conformado por Casa con dos puertas mala es de guardar, de Calderón de la Barca y Comunidad organizada, de Bertuccio y Szuchmacher; Las Troyanas, en versión de Sartre, en el Teatro Coliseo y Muerte de un viajante, de Arthur Miller en el Complejo La Plaza. Actualmente se desempeña como profesor titular de actuación en el Departamento de Artes Dramáticas (IUNA) y en el Taller de entrenamiento de Elkafka espacio teatral.





Francisco Civit (Dimitri)
Se formó actoralmente con Carlos Gandolfo y Rubén Szuchmacher. Como actor participó en las siguientes obras: Bravo, de Juan José Saer, con dirección de Horacio Banega; Las Troyanas, de Eurípides, en versión de Jean Paul Sartre, con dirección de Rubén Szuchmacher; Enrique IV, de Luigi Pirandello, con dirección de Rubén Szuchmacher; ¿Cuántos muertos hacen una matanza?, con dirección de Horacio Banega; Comunidad, dirigida por Carolina Adamovsy; Muerte de un viajante, de Arthur Miller, dirigida por Rubén Szuchmacher. Como director realizó Paria, de August Strindberg y El Bello Indiferente, de Jean Cocteau y está montando Cenizas, de Samuel Beckett. Es docente de iniciación teatral y nivel intermedio en el Elkafka Espacio Teatral.




Federico Costa (Hombre de pueblo 3)
Se formó en teatro con Marcos Arano, Marcelo Savignone y Rubén Szuchmacher. Realizó entrenamientos actorales con Ricardo Bartís y en el estudio de Julio Chávez; Clown con Mabel Salerno y Paula Broker; Canto con Daniel di Pace y Danza contemporánea con Viviana Iasparra. En 2004 y 2005 presentó en forma itinerante el espectáculo para niños Ventana de por medio, sobre textos de Adellah, Mariño y Siemens, dirigido por Marcos Arano y María José Trucco. En 2005 participó del Darkroom II, performance de Roberto Jacoby dirigida por Marcelo Savignone, en el Malba. Desde 2005 es asistente de dirección, actor y dramaturgo de la compañía de Teatro Foro El infierno de los vivos, presentando Qué onda con Borges y Puzzle, modelo para desarmar. Trabaja como actor de cine publicitario desde 2003.





Rubén Dellarossa (Nazar)
Egresado de la escuela Nacional de Arte Dramático, estudió en la escuela de Alejandra Boero, Paco Giménez, Ricardo Bartis, Augusto Fernandes, y con Rubén Szuchmacher, con este tambien realizó el Taller de puesta en escena. Como actor participó en Todos tenemos de locos, con dirección de Paco Giménez, El niño de neoprene, texto y dirección de Pablo Iglesias, Las Troyanas, de Eurípides, con dirección de Rubén Szuchmacher y La tumba del Niño Moral, con texto y dirección de Lautaro Vilo.






Emilse Díaz (Advotia / Lusha)
Se formó actoralmente con Rubén Szuchmacher, Alejandro Catalán, Cristina Banegas, entre otros. Realizó seminarios con Raúl Serrano, Juan Carlos Gene y Augusto Fernandes. Estudio puesta en escena con Rubén Szuchmacher y Graciela Schuster. Es asistente de dirección de la obra Crave, de Sarah Kane, con dirección de Cristian Drut. Dirigió la obra Estampas, reflejos en tres movimientos, de Emilse Díaz y Daniela Lozano. Participó como actriz en las siguientes obras: Boquitas, de Gilda Bona, sobre textos de Manuel Puig, con dirección de Paula Travnik; Desbarro, de Facundo Agrelo, con dirección de Silvia Hilario; Las Troyanas, de Eurípides, con dirección de Rubén Szuchmacher; XYZ, de Daniel Veronese, con dirección de Silvia Hilario; El siglo de oro del peronismo, de Calderón de la Barca, Marcelo Bertuccio y Rubén Szuchmacher, con dirección de este último; Autopista, de Guillermo Arengo, con dirección de Silvia Hilario; Una anatomía de las sombras, de Alejandro Tantanian; Terror y Miserias del Tercer Reich, de Bertolt Brecht, con dirección de Teresa Sarrail.




Ana Fouroulis (Antónovna)
Actriz y bailarina. Estudia teatro con Szuchmacher, Guerberoff, Bartís, Alberto Félix Alberto, Juan C. Gené, Boero, Riva, Rodríguez Muñoz, Medina, Hernán Gené, Jorge Hacker. Puesta en escena con Rubén Szuchmacher, Alberto Félix Alberto. Estudios de Regie en el Teatro Colón. Dramaturgia con Bernardo Cappa. Integrante del cuerpo de baile del Teatro S.o.d.r.e, Montevideo Uruguay-Directora Maria Ruanova. Intérprete en ”Casa de Puertas” y ”Concierto para tres mujeres”, coreografía de Ana Itelman. Como actriz en ”Canto de Sirenas” de Susana Torres Molina, dirección Andrea Vazquez, “La noche del impostor“ de Héctor Levy Daniel, “El Rufian en la escalera! de Orton, “La dama de Agua” dirección Mónica Cabrera. Dirigió: “ Despedidas” de Hector Levy Daniel, “Dojoji” de Yukio Mishima, “El Reñidero” de Sergio de Cecco. Trabajó en cine y televisión.








Andrea Jaet (Melania)
Egresada de la Escuela Nacional de Arte Dramático de las carreras de Actuación y Pedagogía Teatral. Se formó con Pompeyo Audivert, Felisa Yeni, Vivi Tellas y Rubén Szuchmacher. En sus trabajos como actriz, se pueden destacar: Becket o el Honor de Dios, dirección de Rubén Pires; Lorenzaccio, dirección de Roberto Castro; Marat-Sade, dirección de Rubén Pires; Ifigenia en Aulide, dirección de Ruben Szuchmacher; Sesión de Tarot, dirección de Javier Rodríguez; Las Troyanas, dirección de Rubén Szuchmacher; Trío para madre, hija y piano de cola, dirección de Ignacio Apolo; Orégano, dirección de Sergio Lobo. Como docente dicta clases de teatro en Elkafka Espacio Teatral y en talleres privados.




Paul Mauch (Iégor)
Se formó con Lisandro Selva, Guillermo Walter Ianni y cursó estudios en la Licenciatura de Teatro de la Universidad Nacional de Córdoba. Ya residente en Buenos Aires, estudia puesta en escena con Graciela Schuster y Rubén Szuchmacher. Con este último también realiza talleres de entrenamiento actoral. Como actor participó en Paria, de August Strindberg, con dirección de Francisco Civit; Las Troyanas, de Eurípides, en versión de Jean Paul Sartre, con dirección de Rubén Szuchmacher; Comunidad, sobre textos de Franz Kafka, con dirección de Carolina Adamovsky; Cena, comedia romántica en tres platos, de Gabriel Baigorria, Eugenia Mercante, Paul Mauch y Vilma Rodríguez, con dirección de Gabriel Baigorria y Vilma Rodríguez y Boquitas, de Gilda Bona, a partir de textos de Manuel Puig, con dirección de Paula Travnik, entre otras. Como director estrenó dos espectaculos: Criminal, de Javier Daulte y El cetro, de Renzo Fabiani.




Federico Ponce (Román)
Estudio teatro con Liliana Motto, Ricardo Bartis y Rubén Szuchmacher; Clown con Horacio Gabin; Entrenamiento vocal con Nancy Scherttino y realizo el taller de puesta en escena con Rubén Szuchmacher y Graciela Schuster. Como integrante del Teatro El Galpón de Lujan y bajo la dirección de Liliana Motto actuó en Las Migas, de Nestor Sabattini; Sueño de Barrio, de R. Fontanarrosa; El mundo ha vivido equivocado, de R. Fontanarrosa y Observo, escucho, siento... vivo, sobre textos de Roberto Arlt. Dirigió en el 2007 Globos en la Selva, de Maria Rosa Pfeiffer y Lidia Grosso y realizó la asistencia de dirección de La Irredenta, de Beatriz Mosquera. Es Licenciado en Administración y docente. Trabajó para el Instituto Nacional de Teatro como delegado suplente en la Regional Norte en Buenos Aires y desde el 2006 dicta los talleres de teatro para niños y adolescentes en la sala El Galpón de Lujan.




Daniel Ridolfi (Hombre del pueblo 1)
Se formó como actor con Sergio Boris, Javier Lorenzo, Analìa Couceiro y Rubén Szuchmacher; en música se formó con Valentin Ponieman. Entre su actividad artística participó como actor en Edipo Rey, dirección Gabriel Rosas, EMAD; Mirame Armando, autor y director Alejandro Barratelli. Teatro I.F.T; Canciones Atravesadas, un romance de pueblo, autoría y dirección Ana Barletta y Daniel Ridolfi, en Neuquén y diversos espacios culturales de Capital Federal.







Javier Rodríguez (Boris Chepurnoi)
Es actor, director y docente. Egresado de la Escuela Nacional de Arte Dramático, continuó su formación con Manuel Iedvabni, Patricia Gilmour y Rubén Szuchmacher. Desde 1990 realiza una intensa labor actoral. Sus trabajos mas recientes son: Antes, con dirección de Pablo Messiez; Comunidad, con dirección de Carolina Adamovsky; Cuando gritábamos, de Armin Petras con dirección de Lautaro Vilo para el Goethe Institut; Enrique IV, de Luigi Pirandello en el Teatro San Martín y Las Troyanas, de Jean P. Sartre en el Teatro Coliseo, ambas con dirección de Rubén Szuchmacher; ha trabajado bajo la dirección de Manuel Iedbavni, Viviana Tellas, Christian Drut y Michel Dydim, entre otros. Como director sus trabajos recientes son: Eres mi noche de amor y 59/60, ambas de Diego Manso y Play, de Samuel Beckett junto a Irina Alonso y Julieta Aure.





Roberto Sabatto (Troshin)
Maestro de Dibujo egresado de la EMBA M. Belgrano. Se formó en teatro con Franklin Caicedo, Lito Cruz, Luís Augustoni, Héctor Tealdi, Javier Margulis, y Rubén Szuchmacher; en narrativa, poesía y dramaturgia con: Lola Arias y Walter Cassara. Participó en teatro en las siguientes obras: Can you help me please?, de Pablo Valer, con dirección de Héctor Tealdi; Einstein, de Willard Sims, con dirección de Héctor Tealdi y Lautaro Murúa; Los poseídos entre lilas, de Alejandra Pizarnik, con dirección de Cristian Drut y Graciela Schuster; Seresleves, texto y dirección de Javier Margulis; Malec, con texto y dirección de Luis Cano; El Experimento Damanthal, con texto y dirección de Javier Margulis; Boquitas, de Gilda Bona, sobre textos de Manuel Puig, con dirección de Paula Travnik. Perfomance: Tire-Empuje, de Virginia Corda y María Paula Doberti, en el C.C.Recoleta. En el campo de la literatura participó en el Encuentro Literario Epifanías. Como docente coordinó talleres en los Hospitales Borda y Tobar García.



María Zambelli (Fima)
Egresó del Colegio Superior en Artes del Teatro y la Comunicación de Alejandra Boero. Estudió con Claudio Quinteros, Luciano Suardi y Rubén Szuchmacher. Trabajó como docente del Taller de teatro para niños y adolescentes, en Centro Cultural del Gobierno de la Ciudad Macedonio Fernández. Trabajó como asistente y colaboradora creativa en el proyecto de graduación 2005 IUNA, con la obra Laura. Trabaja como coach actoral de niños, adolescentes y adultos en publicidad y largometrajes. Como actriz trabajó en Las Troyanas, dirigida por Rubén Szuchmacher; La Marea, con dirección de Mariano Pensotti, entre otras. Actualmente actua en La tumba del niño moral, con dirección de Lautaro Vilo y Teodoro, con dirección Fernando Berreta y Eleonora Pereyra.



Barbara Togander (Diseño sonoro)
Estudió música en la escuela de Walter Malosetti, en el Conservatorio López Buchardo y el Conservatorio de Avellaneda. A partir de 1993 armó su propia formación de jazz y en 1996 incursionó en la música improvisada. Participó del festival Experimenta `97 y `98. En el año 2000 grabó su primer disco producto de su espectáculo ¿.? Perccontrvozcorn, en el Centro Cultural Ricardo Rojas. Para el teatro compuso la música de la obra Las Troyanas, de Eurípides, Los Monstruos Sagrados, de Jean Cocteau, e hizo los diseños sonoros de Campo Minado, Muerte de un viajante, dirigidas por Rubén Szuchmacher, como así también de Mobilis in Mobili, con dirección de Rita Cosentino. Como actriz trabajó en Las Troyanas, Ifigenia en Aulide, ambas con dirección de Rubén Szuchmacher, entre otras.




Gonzalo Córdova (Diseño de iluminación)
Iluminador de teatro y de ópera, trabaja regularmente con directores como Rubén Szuchmacher, Daniel Veronese, Claudio
Hochman, Horacio Pigozzi, Alfredo Arias; y con los grupos de danza El Descueve, y los coreógrafos Gustavo Lesgart- Inés Sanguinetti, Diana Szeinblum, Diana Theocharidis, Edgardo Mercado, en Argentina y el exterior. Realizó la escenografía para Unión Tanguera. Como director realizó Proyecto Appia para el proyecto Enclaves, en el CETC; El límite de Schiller, en Elkafka espacio teatral; Rodeo, en codirección con Diego Vainer y Carlos Casella. Recovar, instalación lumínico-sonora (Cabildo de Buenos Aires, Puente de la Boca); Línea Azul, subterráneos de Buenos Aires; Emma Bovary. Como escritor publicó El bosque de Rotemburg y Lecturas alemanas, de poesía; La trilogía griega, en teatro; y los ensayos La trampa de Goethe y La iluminación escénica. Recibió diversos premios y dicta clases en el IUNA.




Jorge Ferrari (Diseño de escenografía y vestuario)
Es director de arte. En cine con Marcelo Piñeyro, Eduardo Mignona, Fito Páez, Adolfo Aristarain, Damián Szifrón, Adrián Caetano. Diseña escenografía y vestuario, entre otros en teatro, Galileo Galilei, Ifigenia en Aulide, Decadencia, Los derechos de la salud, El Zoo de Cristal, Que sucedió cuando Nora dejo a su marido, Aplausos, El siglo de oro del peronismo, Narcisa Garay, Las Troyanas, Enrique IV, El misterio del ramo de rosas, La muerte de un viajante, Cabaret, Los monstruos Sagrados, Camino del cielo. En ballet, con Ana María Stekelman (Tangokinesis), Ballet Argentino, dirección de Julio Bocca, Ballet Contemporáneo Teatro San Martín. En Ópera: Liederkreis, Ariadna en Naxos, La Púrpura de la Rosa (Grand Theatre de Geneve, Teatro de la Zarzuela de Madrid y Bellas Artes, Ciudad de México), Idomeneo, La Oscuridad de la Razón, Carmen. Dirección y dramaturgia de Christian Dior et moi. Obtuvo numerosos premios.



Alejandro Granado (Diseño de peinados y maquillaje)
Su práctica artística central es la de ser peluquero. Comenzó a trabajar en teatro con los siguientes maestros: Ciro Zorzoli, en dirección de actores; Mauricio Kartum, en dramaturgia teatral; Rubén Szuchmacher y Graciela Schuster en puesta en escena; Raquel Socolovich en clown; Benjamín Telias, en teatro; Gonzalo Córdova, Mauricio Rinaldi, en iluminación. Además cursó la Carrera de Imagen y Sonido, en la UBA, También estudió dirección con Juan Carlos Gene; escenografía con Gastón Breyer, pintura con Carlos Gorriarena; vestuario con Evelin Bernsorkof y Jorge Morages; caracterización y maquillaje teatral con O. Paz.






Lía Espiro (Asistente de escenografía y vestuario)
Es egresada de artes plásticas y escenografía en la facultad de Bellas Artes, en la Universidad de La Plata (U.N.L.P.).
Se desempeñó como ambientadora en largometrajes tales como: El Fondo del mar, El Polaquito, El Descanso, Judíos en el espacio, Pacto de Silencio y La Demolición. En Cine Publicitario, realizó la dirección de arte de distintos comerciales y con distintas empresas (Danonne, Aerolíneas Argentinas, la Serenisima, Buscapina, Danette, Lotería Neuquina, entre otros).
Realiza a su vez, su propia obra plástica, centrada en el dibujo como medio expresivo.








Mabel Crescente (Asistente de dirección)
Asistente de dirección. Su trabajo estuvo ligado con los directores Elisa Strham, Marcela Sola, Beatriz Seibel, Elsa Berenguer, Alejandra Boero y Julio Baccaro. En los últimos tiempos realizó las asistencias de dirección de las siguientes obras: El Malentendido, de Albert Camus, con dirección de Juan Carlos Gené, en el Teatro Santa María; Marlene: un homenaje a Dietrich, de Pam Gems, con dirección de Kado Kodstzer, en el Teatro BAC (British Art Center); Mi querida, de Griselda Gambaro, basado en un cuento de Antón Chejov, con dirección de Rubén Szuchmacher, en el Teatro del Otro Lado y Elkafka Espacio Teatral; Las Troyanas, de Eurípides, en versión de Jean Paul Sartre, con dirección de Rubén Szuchmacher, en el Teatro Coliseo. También realizó la traducción de textos de Jean-Luc Lagarce, para el espectáculo Cabaret Lagarce, dirigido por Lorena Vega.





Pablo Quiroga (Asistente de dirección)
Se formó en Puesta en Escena con Rubén Szuchmacher y Graciela Schuster y en actuación con Helena Nesis, Raúl Serrano y Alejandro Catalán.
Realizó cursos de iluminación Con Marcelo Alvarez, de Clown con Cristrina Martí y de actuación con Ricardo Bartís.
Fue Asistente de dirección de Eduardo Rovner en la obra La mosca Blanca, de Rubén Szuchmacher en Los monstruos Sagrados de Jean Cocteau¨ . Su último trabajo como actor fue Harriet, boceto sobre una inglesa de cierta edad, con dirección de Geraldine Seff y Gabriel Fernandez Chapo. Como director estrenó la obra Anibalismo, donde comparte la autoría con Patricia Herrera.



Mariana Rovito (Diseñadora gráfica)
Diseñadora gráfica (UBA), docente universitaria desde 1993; se desempeña en diversas áreas del mundo teatral (puesta en escena, asistencia de dirección, escenografía, etc.). En gráfica realiza tareas de diseño y diagramación de los libros de la editorial INTEATRO (Instituto Nacional del Teatro). Diseño para obras de teatro, de webs, packaging y logotipos. Cursó la escuela de mimo de Juan Carlos Occhipinti. Creó el grupo de teatro negro ZULU. Estudió puesta en escena con Rubén Szuchmacher en el Centro Cultural Ricardo Rojas. Dirigió Otra que meaculpa y Nace una vos (sic). Asistió a Rubén Szuchmacher en El Siglo de Oro del Peronismo. Actualmente asiste a Gabriela Izcovich en Sin vos, próxima a estrenarse.






Juan Carzoglio (Operador de luces)
Realiza tareas de iluminación. Trabajó como asistente técnico en Decidí Canción, de Gustavo Tarrío, El redondel, de Marta Lantermo y Patricia Dorín, en danza Guarda Nada, de Valeria Kovadloff. Como Asistente General en Los demás no existen, de Juan Pablo Gómez, Espacio Callejón Afuera y Kuala Lumpur de Gustavo Tarrío & Grupo Sanguíneo, Espacio Callejón y Teatro del Abasto.










Magdalena Viggiani (Fotógrafa de compañía)
Fotógrafa. Integró los talleres de Expresión Fotográfica de Eduardo Gil y de Fotografía de Teatro de Julie Weisz, entre otros. Desde 1990, amplia dedicación a la fotografía de teatro, cubriendo gran parte del teatro independiente. Colaboradora de publicaciones especializadas (Inst. Nacional del Teatro, Argentores)
Desde 2008, fotógrafa institucional de Elkafka Espacio Teatral. Entre las muestras: La Nueva Mirada, Imágenes de los Argentinos, Visión de Buenos Aires, Imágenes de Teatro (en Centro Cultural Recoleta), TeatroOff (Uruguay), Tango des Porteños (Montpellier). Como asistente de dirección y productora ejecutiva acompañó a El Periférico de Objetos (1990/98) y diversas compañías y eventos culturales.



Paula Travnik (Producción ejecutiva)
Formó parte del Laboratorio de producción teatral a cargo de Gustavo Schraier. Estudió teatro con Julio Chávez, Joy Morris, Carlos Gandolfo, Eduardo Gonder, Hugo Midón y Rubén Szuchmacher; danza con Ricky Pashkus, Ana Frenkel, Cidinha Furzan, Susana Miller y Los Borques. Dirigió Boquitas, de Gilda Bona, sobre textos de Manuel Puig.
Bajo la dirección de Rubén Szuchmacher realizó la producción de las siguientes obras: Mi querida, de Griselda Gambado; El siglo de oro del peronismo, de Calderón de la Barca, Rubén Szuchmacher y Marcelo Bertuccio; Las Troyanas, de Eurípides en versión de Jean Paul Sartre; Quartett, de Heiner Müller; Decadencia, de Stephen Berkoff; Las reglas de la urbanidad en la sociedad moderna, de Jean-Luc Lagarce. También realizó la producción de los eventos: Córdoba en Buenos Aires, Proyecto 05, Semana Lagarce en Buenos Aires, entre otros. Desde el año 2004 junto a Gabriel Cabrera compone el equipo de producción de Elkafka espacio teatral.





Gabriel Cabrera (Producción ejecutiva)
Formó parte del Laboratorio de producción teatral a cargo de Gustavo Schraier. Bajo la dirección de Rubén Szuchmacher realizó la producción de las siguientes obras: Mi querida, de Griselda Gambado; El siglo de oro del peronismo, de Rubén Szuchmacher y Marcelo Bertuccio; Las Troyanas, de Eurípides en versión de Jean Paul Sartre; Quartett, de Heiner Müeller; Decadencia, de Stephen Berkoff; Las reglas de la urbanidad en la sociedad moderna, de Jean-Luc Lagarce. También realizó la producción de los eventos: Córdoba en Buenos Aires, Proyecto 05, Semana Lagarce en Buenos Aires, entre otros. Además realizó la producción de Boquitas, de Gilda Bona, con dirección de Paula Travnik. También realizó la producción de los eventos: Córdoba en Buenos Aires, Proyecto 05, Semana Lagarce en Buenos Aires, entre otros. Desde el año 2004 junto a Paula Travnik compone el equipo de producción de Elkafka espacio teatral






Rubén Szuchmacher (Dramaturgia y dirección)
Actor, director, docente, dramaturgo, investigador teatral y gestor cultural nacido en Buenos Aires en 1951. Como director ha realizado puestas en escena de obras de William Shakespeare, Bertolt Brecht, Eurípides, Jean Paul Sartre, Elfriede Jelinek, Pedro Calderón de la Barca, Albert Camus, Harold Pinter, Steven Berkoff, Federico García Lorca, Luiggi Pirandello, Heiner Müller, Griselda Gambaro, Florencio Sánchez, Armando Discépolo, Marcelo Bertuccio, Daniel Veronese y Rafael Spergelburd, Jean Cocteau, Arthur Miller, Heiner Müller, Lautaro Vilo, Máximo Gorki, entre otros. En el campo del teatro musical, ha realizado obras de Gerardo Gandini, Pompeyo Camps, Adriano Bancchieri, Richard Strauss y Marta Lambertini. Por alguno de sus trabajos ha merecido los premios “María Guerrero”, “Florencio Sánchez”, “Teatro del Mundo”, y el ACE de Oro, de la Asociación de Cronistas del Espectáculo. Su tarea docente abarca varias áreas, desde la puesta en escena a la gestión cultural, tanto en diversas instituciones de la Argentina, el IUNA, el IDAES de la Universidad de San Martín, como del exterior. Es director artístico de ELKAFKA espacio teatral, sala consagrada a la experimentación y creación de eventos teatrales. En este año fue nombrado Director artístico del Festival internacional de Buenos Aires (FIBA), producido por el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.




Notas

Martes 27 de mayo de 2008

Rubén Szuchmacher
Un hombre comprometido con su tiempo
El talentoso director estrenará en su sala, ElKafka, Hijos del sol, obra escrita por Máximo Gorki en 1905


En una cartelera en la que Anton Chejov estaría convirtiéndose en moneda corriente, la aparición de una pieza de Máximo Gorki puede resultar sorpresiva. El autor ruso apareció en el panorama teatral de su país oponiéndose a ciertas constantes chejovianas. Sus personajes ya no buscaban el cambio desde una actitud notoria de pasividad, sino que, por el contrario, el espíritu revolucionario de Gorki fue muy determinante a la hora de sus planteos dramáticos. El director Rubén Szuchmacher, desde su espacio ElKafka, viene a proponer ahora no sólo transitar un material de Gorki -no se trata de una de sus piezas más divulgadas, como Los bajo fondos , Los pequeños burgueses o Los veraneantes- , sino que ha optado por Hijos del sol , una obra de 1905 y que, contradictoriamente, muestra al dramaturgo en un doblez, si se quiere, muy atractivo. Con este espectáculo, el creador quiere, además, rendir homenaje al viejo teatro independiente argentino, aquel que estaba conformado como verdadero grupo de trabajo, que se animaba a obras de muchos personajes y que, también, elegía su repertorio con claras consignas ideológicas. Esta vez, el proyecto no comenzó con la elección del texto, sino con la idea de conformar un grupo en torno a un repertorio particular, para aprovechar la existencia de un espacio contenedor como es ElKafka. Del trabajo debían participar actores que hubieran pasado por el área de formación de la sala y que estuvieran dispuestos a una rutina de ensayos que le requirieran buena disposición para una tarea de búsqueda. Hijos del sol llegó después. Rubén Szuchmacher la encontró en una edición completa que, cuenta, compró en una "librería nazi" que está muy cerca de su casa. Lo que más le llamó la atención, en principio, de ese texto, es que en él no había personajes positivos. "Cosa rara en Gorki", destaca el director. Pero, puesto a investigar, descubrió que la pieza fue escrita en momentos en que el autor estaba preso, luego de participar activamente de un intento revolucionario en tiempos del imperio zarista. "De pronto, tiene una gran desilusión con esa revolución que fue sofocada y hasta traicionada - explica el director-. Gorki hace una crítica contra los intelectuales, que acá están encarnados por una familia muy culta que piensa en un futuro venturoso, maravilloso. Ellos hablan de la creación de la humanidad, poseen ideas positivistas sobre el futuro y el progreso, mientras alrededor hay una epidemia de cólera y le tienen terror a la gente enferma. Lo gracioso es que los obreros son borrachos, no hay ninguno que diga la verdad, no hay nadie que tenga la razón." - El mundo que plantea el autor en alguna de sus piezas parece estar muy distante de lo que, en general, se ha leído escénicamente de él... -Siempre se ha caído en el didactismo a la hora de mostrar a Gorki. Lo que pasa es que tanto él como Brecht han sido tomados por la izquierda argentina y el teatro independiente dándoles un sesgo que no tienen. Cuando uno lee a estos autores descubre que no son como los mostró el viejo teatro independiente. Son más complejos, más raros, más diversos, más interesantes que cuando se los expone concibiendo un mundo en donde los buenos son buenos y los malos, malos. Szuchmacher trabajó también la versión de la pieza valiéndose de diversas traducciones y hasta una ex alumna, traductora del ruso, lo ayudó a reconocer que el lenguaje de la obra es brutal. "A diferencia de lo chejoviano, caracterizado por esa desesperanza casi nostálgica y a la que el autor le aporta cierta cosa piadosa, Gorki es brutal, es despiadado con el progresismo. Y eso me permite, hoy, pelearme con ese progresismo que todos llevamos adentro. Creemos que tenemos ideas maravillosas, pero no podemos modificar la realidad, porque la realidad nos asusta". - ¿Cómo sería eso? -La enfermedad, la miseria, la sinrazón del pobre hacen que esa gente llegue a unos estados tremendos y uno sigue discurseando sobre eso, pero no hace nada por cambiarlo. Y no sólo a nivel individual, hablo también de los gobiernos. El pensamiento progresista, que no es un pensamiento de izquierda, se coloca en una especie de lugar magnánimo, bondadoso, lleno de buenas intenciones, pero en realidad es totalmente ineficaz para modificar la realidad. El progresismo es la deformación de la izquierda. Y nosotros vivimos padeciendo mucho eso como algo positivo. De lo que se trata es de profundizar un pensamiento mucho más crítico, más extremo, más de izquierda y no un pensamiento que pretende ser bondadoso y hasta cristiano. En un punto, el pensamiento cristiano es más noble porque está sostenido por la fe. -¿Por qué pensás que llegamos a esta situación? -Por falta de reflexión. En general hay una gran falta de reflexión respecto de cómo funcionan las sociedades. Creo que también las categorías están muy en crisis, pero además las personas que tendrían que pensar esas categorías piensan cualquier cosa. Y creo que en la Argentina de hoy, la Argentina Kirchner, también está todo muy confundido. Es muy complicado que si un gobierno como el de Kirchner pretende ser progresista lo sea en términos de derechos humanos, pero, a la vez, sea conservador en cuanto a lo económico. Son oposición y oficialismo al mismo tiempo, por ejemplo. Ese es un pensamiento que desarrolla el progresismo. Otro sería: "Somos gente piola, progre, y gracias a eso somos incapaces de poner límites y generar un orden". Detrás de esta idea desaparece la idea de orden. E inmediatamente si uno propone la idea de orden es tildado de fascista, de nazi, de ser de derecha. Cuando en realidad una cosa no tiene que ver con la otra. Ser progresista, así, es una manera de no ser riguroso. Sigo creyendo que hay que luchar por una vida mejor y una actualidad mejor, ni hablar del futuro. Ahora, sólo enfrentándose con las cosas tal cual son uno puede encontrarle la vuelta y puede pelear por esas cosas. Ser progresista es como calzarse un traje y luego, desde ahí, ver el mundo. Así, lo peor que te puede pasar es ser progresista. Lo que hay que ser es crítico todo el tiempo.

Tiempo de bajada de línea

Rubén Szuchmacher y su equipo están convencidos de que "el mejor teatro se hace con elencos estables". Y en un momento en el que "todo apunta a la dispersión" ellos se animan a un material complejo que requiere un elenco numeroso. "Esta es nuestra manera -explica- de decirle al medio para qué pueden servir estos espacios en los que no se gana dinero, en los que es muy difícil constituir líneas. En Elkafka estamos continuamente tratando de marcar líneas. Este año produciremos cuatro espectáculos y repondremos dos, y tendremos, además, una temporada internacional, lo que demuestra que hacemos una tarea importante de gestión. Necesitábamos hacer una reflexión sobre los grupos estables y en eso estamos, construyendo con esa intención. Sabemos que tenemos un material de alto contenido ideológico y político. Estamos bajando línea."

Carlos Pacheco


Diario La República
Montevideo - Uruguay

30 de mayo de 2008





EL MUNDO DE MAXIMO GORKI
El mundo que pinta Gorki se completa con las criadas, inertes guardianas del orden establecido, que nada aprendieron y que viven como si no hubiera más vida posible que la servidumbre; y con los obreros, unos brutos irredimibles que aún reproducen en su ámbito doméstico la explotación, y aún golpean a sus esclavizadas mujeres en virtud de lo que creen un derecho natural.
Para mejorar la comunicación, la dramaturgia, también a cargo de Szuchmacher, emplea un habla rioplatense directa y reconocible, con acentos que llegan, no por casualidad, de las piezas de Sánchez. En un escenario donde no hay más escenografía que un fondo con unos hilos colgantes, por donde entran y salen los personajes, fueron los mismos actores los que, a toda velocidad, reacomodaron el mobiliario al fin de cada acto; y casi diríamos que no se necesitaban los muebles, porque el texto, inteligente y cortante, es mucho más acción que palabra.
Rubén Szuchmacher ha logrado demostrar su teorema, y bajo su dirección la cantidad se transforma en calidad.
Con un trabajo muy concienzudo sobre la actuación, el director unificó estilos que provienen de distintas escuelas, e hizo aparecer a la sociedad como personaje, una sociedad muy parecida a la que vivimos.
"Hijos del sol" es una luminosa realización, que esperamos abra un nuevo camino. H
oy, por lo menos, da para hablar y para reflexionar.

Jorge Arias








Sábado 30 de mayo de 2008


RUBEN SZUCHMACHER ESTRENA SU VERSION DE HIJOS AL SOL, DE MAXIMO GORKI
“El progresismo está en decadencia”
Pieza casi desconocida y extraña, que el director convierte en necesaria para esta época, Hijos del sol “muestra la inoperancia de unos personajes que se aferran a sus discursos mientras la peste y las necesidades van matando a la gente”.



Por Hilda Cabrera

El químico Protasov presiente un futuro magnífico, y lo proclama en breves discursos domésticos que despiertan devoción en algunos de sus escuchas: Los humanos vencerán el miedo a la muerte; serán “hijos del sol”, fuente de energía; vencerán al oscurantismo y a la ignorancia. Frases de este tipo resumen el ideario de este químico protagonista de Hijos del sol, pieza de Máximo Gorki casi desconocida y extraña, que el director Rubén Szuchmacher convierte en necesaria para esta época. Escrita en 1905, cuando su autor sufría prisión en una cárcel zarista por haber participado de la insurrección popular de ese año, sirve al director para completar otros proyectos, como el de armar un equipo estable con los actores y actrices que pasaron por sus talleres y recuperar una tradición del teatro independiente: montar obras con elencos numerosos más allá de la escasez de dinero. “En los últimos años buscaba un repertorio para un solo personaje, y así surgieron los espectáculos con Juana Hidalgo y Graciela Araujo; o para dos, como las obras que presentamos con Ingrid Pelicori y Horacio Peña, pero descubrí que era posible reeditar en Elkafka una experiencia semejante a El siglo de oro del peronismo, donde trabajamos con un elenco importante”, apunta el director, que no se priva de transmitir su queja por ser un olvidado de los teatros oficiales. “No me llaman. Lo último que hice en el Teatro San Martín fue Enrique IV, en 2005, y porque lo pidió Alfredo Alcón”, señala. Respecto de Hijos... aclara que no trabaja para un festival ni para ganarse “un euro perdido en el extranjero”, sino por el gusto de poner en escena esta creación de Gorki, un autor que –dice– “me ofrece una entrada a Chejov, al que todavía no me atrevo”.
–Pero se atreve a Gorki, que conocía a Anton Chejov y lo admiraba.
–Chejov estaba más atento a la individualidad. Gorki, en cambio, era un autor aguerrido, y en particular en esta obra, casi desconocida en nuestro país, aunque fue publicada por una editorial argentina, Quetzal, en 1964. Lo interesante es que la escribió estando en prisión, pero no creó un solo personaje de esos que levantan el dedo adoctrinando. Critica a todos, y tanto a los que provienen de la ciencia y el arte como a los más simples. Muestra la inoperancia de unos personajes que se aferran a sus discursos, mientras la peste y las necesidades van matando a la gente.
–Eso recuerda el prólogo de Gorki publicado en un libro que reúne obras de Chejov (de la editorial Francisco Porrúa), donde se habla de la inutilidad de las opiniones de “amigos”. Una estrategia que consiste en la publicación del texto de uno de ellos, la de otro que se ocupa de objetarlo y la de un tercero que concilia.
–Exactamente. Esa es también la inutilidad del seudoprogresismo. No es común encontrar textos que, como Hijos del sol, retraten con tanta claridad situaciones que parecen hablarnos a nosotros, que no estamos amenazados por el cólera pero padecemos otras pestes. ¿Qué hacen por ejemplo los “intelectuales” de Hijos del sol? Aconsejan cerrar las puertas de las casas para evitar el contagio. ¿Y qué hacemos nosotros?
–Gorki retrata allí a una sociedad decadente...
–Si hago un paralelo y pienso en nuestro país, veo que lo que está en decadencia es, justamente, lo que denominamos progresismo, el de izquierda y el de derecha, porque para mí no es patrimonio de la izquierda. La izquierda es mucho más noble. El progresismo intenta ofrecer soluciones, pero resulta ineficaz, ante todo porque simplifica. Entonces, cuando sucede algo complejo, tremendo, no sabe qué hacer. El mejor ejemplo de esto es la tragedia de Cromañón y todas sus consecuencias. El progresismo no pudo resolver hasta el momento los problemas originados por una tragedia que protagonizaron empresarios y funcionarios que se suponía sustentaban ideas progresistas, como Omar Chabán y Aníbal Ibarra. A partir de esto, cómo se entiende que la discusión pase por el tema de si se abre o no una calle. ¿Qué le pasa a ese progresismo que no puede sacar verdades? Otra situación, pero ya en la obra, es la del hombre que le pega a su mujer. Esto también sucede en nuestra realidad, y la explicación, como en la obra, es que a ese hombre violento y borracho le pegaron siendo chico. Frente a actos como éstos, tanto en la ficción como en el mundo real, los supuestos pensadores no cambian sus discurso.
–¿Quiere decir que se regodean en sus propias palabras?
–En este momento, gran parte de la inteligencia argentina y de los dirigentes no pueden hacer pie en una realidad tan compleja y alterada. Pongamos un ejemplo doméstico como fue el anuncio de aumento del ABL en la Capital. El ibarrismo propuso un bocinazo, y mi pensamiento fue: ¿Y ahora qué hago, me compro un auto para participar de la protesta? Por otro lado, los sectores del macrismo intentan modificar situaciones relacionadas con problemas sociales, pero se confunden y tienen que retroceder. Creo que a esta altura el progresismo no tiene en claro qué es el orden, entonces promociona un desorden nada creativo y totalmente enloquecedor. Detrás de esa actitud está la idea de que cualquier ordenamiento es fascista. La incapacidad para entender al otro va en aumento. Y al llegar a esto uno piensa en los textos que escribió Gorki, textos que vienen del marxismo y desde la lucha, pero donde este autor, que tuvo una vida muy dura, supo entender otras posturas, otras sensibilidades. Gorki entendía a Chejov.
–Lo estimaba, como lo demuestra en sus escritos.
–Es que eran pensadores de fuste y podían comprender qué le pasaba al otro. Chejov nos habla de cuestiones profundas, mientras Gorki atiende en todo momento el plano social, algo que creo es importante reivindicar en el teatro.
–¿Piensa que hoy está ausente?
–Abunda el teatro como juego de estilo de cada creador.
–¿Será por eso que el espectador queda afuera, más allá del valor estético de la obra?
–Exactamente. No es un problema de calidad, sino de cuál es la posición en la que se colocan los artistas en relación con el público y con la sociedad. El teatro es presente y está directamente relacionado con una sociedad en particular. De todos modos, una parte de ese teatro de estilo está diciéndonos algo. Pero algunos prefieren hacer como que no sucede nada fuera de ellos, o centran los grandes conflictos en las familias disfuncionales, como si los grandes problemas estuvieran allí. Es un tipo de teatro que no se dio cuenta que existió David Cooper en los años ’70, cuando desde la antipsiquiatría este autor británico discutió las mistificaciones sobre el amor y la familia. Hoy la familia se ha convertido en un bien necesario. Si no existiera, veríamos a mucho psicótico dando vueltas. Pero la crítica a la familia que aparece en muchas de las obras no tiene profundidad. Es una protesta de tipo adolescente hecha por chicos ricos con tristeza.
–¿Cuál sería el punto de encuentro de Hijos del sol con este presente?
–En algún punto, retrata un aspecto característico de la mayoría de los argentinos: el de ocuparse de lo contrario a lo que realmente importa. ¿Cómo puede ser que hoy la discusión entre el Gobierno y el campo, por ejemplo, se haya trabado porque la Presidenta está ofendida? Pienso en la obra, en los personajes de las clases más bajas que amenazan al químico y a los médicos, acusándolos de inventar enfermedades porque tienen poco trabajo. Gorki ve el absurdo y coloca incluso a los obreros en una situación de total vulgaridad, lo mismo que a los intelectuales que predican un mundo venturoso pero son incapaces para comprender lo que sucede a su alrededor. Por eso, cuando aparece un pobre de toda pobreza se lo califica de organismo muerto.






Jueves 29 de mayo de 2008

Rubén Szuchmacher estrena Hijos del Sol, una obra teatral histórica del ruso Maximo Gorki

Variadas crisis del tejido social

Escrita en 1905, cuando el autor estuvo preso bajo el régimen zarista, se conoce por primera vez en laArgentina. Enfoca a los grupos progresistas que pierden su tiempo en banalidades, mientars a su alrededor se desata el odio.


Maximo Gorki (1868-1936) es un autor ruso prácticamente ausente de las carteleras porteñas. De él se conocieron obras como Los pequeños burgueses, Los veraneantes, o Los bajos fondos, (que se está dando en el Club del Bufón), pero Hijos del sol, aun permanecía inédita en nuestro país. Rubén Szuchmacher la rescato del olvido y la acaba de estrenar en su propia sala, Elkafka, de Lambaré al 800, en el barrio de Almagro.

TEXTO CARCELARIO Hijos del sol, que se podrá ver los miércoles, viernes y sábados, a las 21, tiene un elenco de diecisiete actores, algo inusual para una produc­ción independiente, pero esa es precisamente una de las ideas del director y docente. "Con esta pieza de algún modo se demuestra que nuestros espacios también pueden albergar producciones, con más de una docena de actores. Cuando convoqué al equipo, tuvimos en cuenta que iba a ser difícil viajar a festivales con esta obra. Por eso nos dijimos “no hagamos una obra para tener un ticket de avion para ir a festivales, sino para gratificarnos con un texto que resulta impresionante por su inteligencia y que de algún modo habla de nosotros mismos", dice Szuchmacher.

Esa referencia que hacía Szuchmacher tiene que ver con que de algún modo la obra escrita en 1905 por Gorki, cuando estuvo preso durante la revolución zarista, "describe con agudeza la inutilidad del pensamiento seudoprogresista de una sociedad en decadencia. Se trata de un grupo de intelectuales, científicos y artistas que hablan sobre el futuro y los cambios de la humanidad, pero son incapaces de comprender la situación de tensiones sociales que los rodean. Mientras ellos pasan su tiempo divagando sobre el arte, la ciencia y el amor, a su alrededor se desata una epidemia de cólera", dice la síntesis de la pieza. Los paralelos que el público argentino puede trazar con nuestra propia realidad no parecen ser muy difíciles de reconocer.

Szuchmacher agrega que "lo que incitó a Gorki, quizás a escribir esta pieza es esa desilusión, que le provoco esa revolución fallida de 1905. Por eso en Hijos del sol, no sólo critica a la clase dirigente, sino la actitud del mismo pueblo frente a la revolución. Un dato clave es que aunque es una obra cuestionadora, ninguno de sus personajes se encarga de apuntar con su dedo a alguien y bajar línea. Con ella Gorki pareciera demostrar su enojo con la aptitud de los intelectuales y la clase obrera. Acá el pueblo es mostrado mediante actitudes ignorantes. Los hombres les pegan a las mujeres, se pelean entre sí, regresan a sus casas borrachos...".

OPINAR DE FRENTE
-¿Esta obra sería para usted la continuación de El Siglo de Oro del Peronismo, que hizo hace algunos anos atras?
-Sí, de algún modo lo es. Cuando estrenamos El siglo de Oro... lo hicimos porque hasta ese momento no había obras que hablaran del peronismo en la década de 1950 -si las había de los 70, como El avión negro-. Me metí con ese mundo para opinar, mostrar porqué estaba mal eso de ser peronista, o antiperonista. Hoy puede verse que el llamado progresismo político, representado por varios dirigentes, de anteriores gobiernos y de este, son responsables de esta debacle. Por eso les dije a los actores que me interesaba volver a instalar, quizás luego de la función de los miércoles, el debate teatral con invitados como, por ejemplo, Luis Zamora, Gabriela Michetti, entre otros. Creo que sería bueno volver a un teatro que de algún sirva como tribuna política, para debatir los por qué de lo que nos pasa.
-¿Que sensación cree le va a dejar al público ver Hijos del sol?
-La obra habla de la incapacidad de ciertos sectores de entender la realidad en la que esta viviendo. Sí es bueno aclarar que el público no debe esperar ver en ese autor la melancolía típica de Antón Chéjov. En Hijos… el ritmo dramático es intensísimo, no da respiro y además es una obra en la que de los personajes se suicida, otro se vulva loco y un tercero muere, lo que le otorga un clima muy divertido.
Juan Carlos Fontana







Domingo, 1 de Junio de 2008
RUBEN SZUCHMACHER PONE EN ESCENA A GORKI
Cerca de la revolución

Por Mercedes Halfon
Diecisiete actores en escena es algo muy raro de ver en el teatro alternativo de Buenos Aires. Una obra con más de seis actores ya es muchísimo por la forma en que se produce teatro independiente aquí: los procesos de ensayos suelen ser largos, los actores trabajan de otra cosa, alquilar salas para ensayar no es barato, los subsidios estatales son magros y no alcanzan. Esta situación de algún modo se equilibra, ya que se siguen haciendo obras y obras. El resultado es generalmente un “teatro pobre” en cuanto a número de actores, recursos escénicos, en última instancia, experimentación. Sobre esto dispara Rubén Szuchmacher, al poner en escena diecisiete actores y un texto del gran autor del realismo ruso Máximo Gorki. Por diversas razones, hacer este texto es una apuesta alta. La obra dura una hora cuarenta, tiempo que hay que sostener en escena a través de múltiples esfuerzos, que no son sólo para los productores; hay que aguantar en una silla que no es del mullido terciopelo de las salas de Corrientes. La obra es un retrato agudo de un momento político y social de Rusia no determinado con claridad, pero que imaginamos le ronda a la Revolución de 1905. Estos datos debe tenerlos el espectador y tal vez por eso, al entrar, el programa de mano no cubre solamente los rubros técnicos del espectáculo sino que explica, dice, informa sobre lo que Los hijos del sol dirá a su modo después.

LA OBRA RARA DE GORKI
Máximo Gorki es el seudónimo de Alexei Maximovich Peshkov, nacido en 1868 y renombrado Máximo por el nombre de su hermano menor muerto, y Gorki, porque significa “amargura” en ruso. Fue un novelista y dramaturgo maestro del realismo, considerado durante y al finalizar su vida una de las personalidades más relevantes de la cultura de su país. Su infancia y juventud la pasó viajando y teniendo todo tipo de trabajos (camarero de barco, vendedor de bebidas, ayudante de panadero), relacionándose con la gente más particular de las clases bajas. De allí, dicen sus biografías, nació la vitalidad y el color de sus relatos, y también su profunda conciencia política. Sus obras teatrales más conocidas y más representadas fueron Los pequeños burgueses (1902) y Los bajos fondos (1903). La primera explora el tema de la rebelión contra la sociedad en un medio burgués e introduce por primera vez al héroe que milita activamente en favor de la causa proletaria. La segunda tiene una retórica heredera de los sermones religiosos –luego fue llevada al cine por ese otro moralista de izquierda que fue Jean Renoir– que acompañará a buena parte de la obra posterior de Gorki, pero transfigurada en un carácter abiertamente político.
Ninguna de estas dos eligió Szuchmacher para escenificar. Y Los hijos del sol es una obra rara. Sus personajes son los miembros de una familia burguesa intelectual y el ambiente es de los trabajadores y sirvientes que los rodean. La particularidad del texto es que unos y otros poseen características negativas, no hay una idealización del proletario, ni tampoco una decidida ridiculización de esta familia de “hijos de un general” que no acierta a ver el clima de transformación que se gesta a su alrededor. Todos están confundidos, preocupados por sí mismos, ciegos o demasiado inmersos en una subjetividad alterada.

MAS CORAZON QUE ODIO
Aun así es bastante irónica la forma en que se muestran en la puesta estos personajes. Con una ampulosidad exacerbada por la actuación, pronuncian sus largas parrafadas acerca del progreso de la humanidad hacia un futuro donde la verdad y la belleza parecerían darse la mano a través del progreso de la ciencia y del arte. Estas palabras son dichas entornando los ojos, elevando los brazos hacia adelante, la mirada fija en el vacío que emerge donde no emerge la cuarta pared del realismo. Estas son las pequeñas transgresiones de la cuidadísima puesta: si bien Gorki fue un realista llevado a escena por precisamente el creador de las técnicas de actuación del realismo, Stanislasvky, sus piezas tienen un grado de poesía que fácilmente se vuelve artificial apenas cargando un poco las tintas. Tonos que pueden ir de la comicidad del herrero borracho (Paul Mauch) a la ridícula vulnerabilidad de la hijita enferma de los burgueses (Irina Alonso).
Estamos más cerca de la poesía que de la prosa, del minimalismo visual que de una imitación realista de la Rusia de principios del siglo XX. Y esto es lo más interesante. Hay algo desmedido y poético en los personajes recortados sobre el crudo telón verde casi flúo que cierra el escenario. Un telón con distintas tonalidades de verde, como si lo que hubiera atrás de los personajes fuera un extraño ocaso. La obra se llama Los hijos del sol, porque ellos mismos se denominan así en un momento: creen que algo maravilloso está por venir, pero esa llegada va a estar dedicada solamente a la clase beneficiada por las delicadezas de la cultura; ese futuro que sueñan no los incluye más que a ellos. A su vez, lo que les rodea, el cólera que se propaga, sólo les causa temor. Y el cólera que crece es también esa otra acepción de la palabra. Lo que viene es el odio. Odio de clase, odio milenario, que –nosotros ya lo sabemos, pero Gorki no– desembocará en la Revolución del ’17, y finalmente en la dictadura del proletariado.
Es significativa una de las imágenes de la obra: estos hijos del sol hablan sobre el futuro venturoso, y recitan poemas que escriben en el momento. Pero el futuro es tan potente, tan encegecedor, que terminan todos poniéndose anteojos negros.
Hijos del sol se presenta los miércoles, viernes y sábados a las 21, en Elkafka, Lambaré 866. Entrada: $ 30.






Rubén Szuchmacher y elenco salen airosos delos desafíos que plantea la obra
Hijos del Sol, de Máximo Gorki.

Elenco: Pablo Caramelo, Irina Alonso, Karina Antonelli, Francisco Civit, Javier Rodríguez, Andrea Jaet, Rubén Dellarossa, Nicolás Balcone, Paul Mauch, Emilse Díaz, Roberto Sabatto, Ana Fouroulis, María Zambelli, Federico Ponce, Daniel Ridolfi, Fernando Arluna y Federico Costa. Escenografía y vestuario: Jorge Ferrari. Luces: Gonzalo Córdova. Diseño sonoro: Bárbara Togander. Dramaturgia y dirección: Rubén Szuchmacher. En ElKafka, Lambaré 866. Miércoles, viernes y sábados a las 21. Duración: 100 minutos. Nuestra opinión: muy bueno

En 1985, con motivo del estreno de Los veraneantes , de Gorki, en el San Martín, el crítico Gerardo Fernández publicó una semblanza y un análisis de la dramaturgia del escritor ruso en la revista Teatro , en la que, refiriéndose a su obra El padre (o Los últimos ) de 1908, escribe: "La obra no consigue sortear siempre con felicidad los riesgos del melodrama tremendista y, como muchas de las de Gorki, padece la sobrecarga retórica y la profusión de lugares comunes. Pero su fuerza dramática es innegable". Sin cambiar una coma, este comentario puede aplicarse perfectamente al reciente estreno de ElKafka.
Gorki (que en ruso significa amargo ) fue el seudónimo de Alexei Maximovich Peshkov, novelista y dramaturgo nacido en 1869 y fallecido en 1936. Nueve años menor que Chéjov (1860-1904), quien fue su mentor y guía, lo sobrevivió, pues, largamente y llegó a ver, a partir de la revolución de 1917, el gran cambio en la vida rusa. Tras los primeros años de una existencia mísera y errante, lentamente se impuso como autor de cuentos y novelas de impronta rigurosamente realista: Emile Zola fue uno de sus referentes más notorios. También en el teatro triunfaron sus dos primeras obras, Los pequeños burgueses y Los bajos fondos , estrenadas por mediación de Chéjov en el Teatro de Arte de Moscú. Designado ministro de Bellas Artes por el régimen soviético, disintió con éste al comienzo y entre 1921 y 1928 se exilió en Alemania e Italia. Célebre y reconocido en el mundo entero, al cumplir 60 años Gorki fue invitado por Stalin a volver a la patria y ser festejado como un prócer. Reconciliado con el gobierno, se convirtió en uno de sus más fervorosos evangelistas y sus funerales, en Moscú, fueron apoteósicos.
La versión local de Hijos del Sol , de 1905, tiene rasgos singulares. El adaptador y director, Rubén Szuchmacher, subraya la necesidad de volver a los elencos numerosos, que hoy en día -y no solamente en la Argentina- son patrimonio casi exclusivo de los teatros oficiales. El costo de producción llevó en los últimos años, en el mundo entero, a reducir el número de personajes a dos, o a lo sumo tres, sin contar los innumerables unipersonales. Contra esta tendencia, se alza Hijos del sol , a la vez que propone un interesante ejercicio para espectadores y críticos: ¿es representada en serio, digamos, o -si no nos engañamos demasiado- circula por ahí un matiz paródico? La intrincada red de relaciones entre los numerosos personajes y sus reacciones, a menudo desaforadas, provocan cierta perplejidad y rozan, por momentos, lo cómico. ¿Es deliberado o casual? Szuchmacher, hábil hombre de teatro, puede muy bien permitirse una travesura.
Lo importante es que sobreviven el motor de la pieza y su impacto dramático. Es la compleja historia de Protásov, un amable hombre de ciencia de tal manera sumergido en su labor que no advierte las pasiones ni las circunstancias que lo rodean y que, acosándolo, terminan por atraparlo en la telaraña. Como en Chéjov, casi todos están enamorados de quien los ignora, y hay una feroz crítica social, que no perdona ni a los que ejercen la violencia por desesperación, pero también por ignorancia. El homogéneo elenco y los rubros técnicos cumplen con las precisas, imaginativas exigencias de Szuchmacher, en un vasto espacio que nunca queda vacío.

Ernesto Schoo









Obra de Máximo Gorki, con dramaturgia y dirección de Rubén Szuchmacher.

http://www.criticateatral.com.ar/index.php?ver=ver_critica.php&ids=1&idn=1248

A veces la fina percepción de un artista, le permite vislumbrar problemáticas; y a partir de ahí promover un hecho artístico que alumbra conflictos y sacude el espíritu. Esto es lo que sucede con la obra Hijos del sol, de Máximo Gorki (1868-1936), con dirección de Rubén Szuchmacher. Escrita en 1905 la pieza plantea temas que bien podría trasladarse al aquí y ahora de nuestro país; de ahí el merito Szuchmacher tanto en la elección de la obra, como en la concepción de la misma.Dos mundos, tan ajenos el uno para el otro, cohabitan en la pieza: uno, encapsulado, entretenido en discursear sobre cuestiones científicas, amorosas y artísticas (aclaramos que enuncian más de lo que concretan), y otro mundo salvaje, brutal, casi primario.Entre ellos existen reglas por las cuales quedan establecidos los límites territoriales y humanos. El mundo de “adentro” se mostrará solidario y afectuoso, es más, hasta ocupado por salvar a la humanidad –recalco siempre en improbable teoría-, eso si, siempre y cuando no se intente alterar su propia cadencia de vida. Cuando esto sucede se verá su cara más feroz, brutal y cínica. El inteligente trabajo del director permite el entrecruzamiento de géneros, estilos y registros. Así la obra abreva en el naturalismo, utiliza herramientas del melodrama, e incursiona en el más puro grotesco. De esta manera las diferentes texturas establecen interesantes rompimientos de climas, que permite mantener la obra en una constante tensión. Al no sujetarse a ninguna línea determinada la pieza gana en libertad y dinamismo.La exacerbación es el acertado registro de actuación para que los actores muestren a sus personajes al desnudo; de esta manera no ocultan su fragilidad, ridiculez, sapiencia, ferocidad e impotencia. El elenco abraza sin cortapisas esta premisa entregando, en su totalidad, trabajos de una conmovedora entrega. El diseño de luces de Gonzalo Córdova, crea un clima monocromático, que luego quiebra en forma violenta. Jorge Ferrari, en su muy buen diseño de escenografía, da la sensación que el “adentro” no tiene límites, y el “afuera” es un espacio acotado. El diseño de vestuario, del mismo Ferrari, diferencia con claridad las clases sociales, y también los escalonamientos que existen dentro de las mismas.Hijos del sol, es un hecho artístico de alto vuelo, que provoca espanto ya que su drama y sus personajes no son lejanos en el tiempo, ni ajenos territorialmente. Es más los vemos a diario y a nuestro lado.


Gabriel Peralta


Teatro Una obra de Gorki
Falacias de un progresismo vacío
Hijos del sol, que Rubén Szuchmacher montó en Elkafka, guarda correspondencias con el presente político de la Argentina
Sábado 19 de julio de 2008

Por Osvaldo Quiroga Para LA NACION -- BUENOS AIRES, 2008

No sólo existe el falso progresismo, sino que goza de buena salud. Poco importa que sea de derecha o de izquierda, lo cierto es que muchos creen que sólo con buenos discursos se puede cambiar la realidad. El típico progresista postula el deseo de cambio como un enunciado y niega la realidad al mismo tiempo. O mejor: no percibe la complejidad del mundo real. ...stas son las ideas que guiaron a Rubén Szuchmacher a la hora de montar Hijos del sol , de Máximo Gorki, que se presenta en Elkafka. Lo curioso es que ese texto, que Gorki escribió en la cárcel, luego de ser apresado en los tiempos de la revolución de 1905 en la Rusia zarista, nos sirve ahora para reflexionar acerca de la realidad argentina contemporánea. Jacques Lacan, el psicoanalista francés, define el coro que intervenía en las tragedias griegas como "gente que se turba". Y si hay algo que sucede en el país es que estamos rodeados de gente que se turba. Tal vez por eso los personajes de Hijos del sol gritan todo el tiempo y actúan a una velocidad que los acerca más a cierto grotesco contemporáneo que a los ritmos del realismo. Todos vociferan sin escucharse, casi como en la política nacional, y se definen como hijos del sol porque pretenden cambiar la realidad. Ahora bien, ¿se puede transformar algo con gente así? Mientras hablan de la ciencia, el arte y el amor, alrededor de ellos se desata una epidemia de cólera, Liza se vuelve loca, Iégor maltrata a su mujer, Elena padece la indiferencia de su marido y el veterinario se mata por el amor de Liza. En otras obras, como en Pequeños burgueses y Los bajos fondos , Gorki dictó cátedra sobre qué hay que hacer en la vida y cómo se puede ser un revolucionario. Uno de los mayores méritos de Hijos del sol es, precisamente, no haber caído en esas simplificaciones. Lo caótico refleja una sociedad incapaz de comprender lo que ocurre a su alrededor. Liza, en cambio, paga un precio muy alto por comprender: "Yo sí entiendo -dice-. Antes, Pavel ejercía sobre mí el mismo efecto ...l hablaba y yo sentía que se caía un velo de mis ojos, de mi cerebro Todo era claridad, armonía. Pero después conocí la vida de verdad, sucia, cruel, brutal, sin sentido Me llené de miedo Me enfermé y tuvieron que internarme en el hospital " La distancia que existe entre los discursos y la verdad del hombre de carne y hueso, diría Unamuno, suele ser abismal. Liza enloquece porque ella ve lo que los otros no ven, allí donde ver contradice la norma. En verdad, no se ve con los ojos sino con el pensamiento. En el segundo acto de Hijos del sol , Protásov, el científico, tiene un parlamento que pone al descubierto ese vacío que conduce a la ausencia de acción: "Nosotros, los seres humanos, vamos a hacer retroceder ese miedo a la muerte. ¡Somos los hijos del sol! El sol que derrota la ignorancia, que ilumina las tinieblas, que aleja las dudas. ¡Ese sol que es un mar de energía, de belleza, de felicidad!". Hasta el momento, con discursos como éste, nadie llevó comida a la mesa de una familia pobre. En cambio, no pocas veces los versos encendidos al calor de una tribuna condujeron a paredones a los que no pensaban igual o alimentaron las hogueras de quienes profesaban una religión distinta de la del déspota de turno. En la excelente puesta en escena de Szuchmacher, al frente de un elenco numeroso y de parejos méritos, todos corren y todos gritan. Hablan de la belleza, de la verdad, de las ideas, de la felicidad, del amor, de los ingleses y de los franceses. Lo que dicen parece un cóctel de ingenuidad, buenas intenciones e hipocresía. Cuando Gorki murió, el 14 de junio de 1936, aún no había comenzado la Segunda Guerra Mundial. El autor de La madre no alcanzó a ver cómo aquella revolución que él había defendido con el riesgo de su propia vida se convertía en un infierno asfixiante, una suerte de cárcel tan inmensa como el territorio soviético. En la Argentina, el progresismo vernáculo debe de sentir cierto escalofrío si se acerca a Elkafka. No siempre es grato encontrarse con gente como uno. Alguna vez, quizá, los bienintencionados tendrán que quitarse los anteojos negros que lucen las criaturas de Gorki en esta puesta en escena y resistir, de verdad, la luz del sol. Aunque les produzca cierta molestia o les dore la piel tan protegida por numerosas capas de anomia.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

La obra me pareció muy buena¡¡¡ Pero con algunos puntos que no entendí en la voragine del ritmo que imponía la puesta, es decir, lo del ritmo está muy bien; hay pocas puestas actualmente que le den relevancia a la palabra, eso es un logro.Pero a medida que se van sucediendo las escenas, entra en un laberinto que es dificil salir. Yo me preguntaba, que raro que la puesta sea en la decada del cuarenta, por los vestuarios.Existía la burguesía en la epoca Stalinista? Pero mi compañera me golpeó con el codo y me dijo despacito que esto ocurria en el campo argentino.Yo logicamente ,había creido aceptar el convenio tácito del juego de la palabra, llamaban a todos los personajes con nombres y apellidos Rusos, eso realmente no se entendió.Me confundió.
Las interpretaciones me parecieron geniales.No me gustó, solamente, la autorreferencialidad del personaje de Irina, sobre Efigenia, creo que es algo interno que el publico no lo entiende.
Pero en terminos generales me pareció muy buena,y de un gran nivel actoral.
Creo que no es lo mejor de Schumacher, pero se nota su sello, quizás si no se hubiese notado habría sido impecable.

Saludos

Anónimo dijo...

Estimado Anónimo o anónima, vaya uno a saber. Gracias por sus comentarios sobre la obra.Ya es bueno que la gente vaya a ver obras y también es bueno que las comente.
Pero vamos por partes: ¿De dónde sacó que la obra sucede en la época Stanilista? Es notable que cierta estilización en el vestuario, que se le acepta a cualquier director extranjero sin ningun problema, aun trae conflictos en los espectadores ( e imagino a anónimo o anonima que no es tan ingenuo y que se dedica al teatro) y en la gente de teatro.
Hay un anacronismo en el vestuario que permite pensar que estamos ante una falta de época precisa. Lo que pasa es que si ud. creyó que estaba ante una obra histórica cometerá un error equivalente al de su despistada amiga que creyó ver el campo argentino poblado de nombres rusos. A veces no hay que ir tan estimulado al teatro.
Con respecto a la referencialidad de Efigenia (sic), digamos que nos divirtió mucho que el mismo texto diga que Lisa parece Casandra, y eso no es un chiste nuestro sino de Gorki. La única coincidencia es que los dos personajes fueron realizados por la misma actriz. En un teatro de repertorio esto es bastante frecuente. Pero algo es claro, no se trataba de Efigenia (sic) ni siquiera de Ifigenia, sino de Las Troyanas.
Decir que algo no es lo mejor, pero escribir mal el apelllido, descalifica el comentario, sobre todo porque está escribiendo en el blog del teatro en donde el apellido está perfectamente escrito.
¿Qué quiere decir su última frase? ¿Esa en la que dice que si no se hubiese notado habría sido impecable? Inexpugnable.
Un saludo
Ruben Szuchmacher (que asi se escribe)

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